Estas directrices buscan ayudar a los países a convocar consultas nacionales inclusivas antes de la Cumbre de Educación Transformadora de septiembre de 2022. Reconocen que los sistemas educativos de cada país son únicos y moldeados por el contexto local. También reconocen que muchos países tienen planes estratégicos preexistentes o procesos de políticas educativas en curso. Sin embargo, tanto la pandemia como las actuales crisis mundiales de aprendizaje demuestran que, sin un compromiso sólido para transformar la educación, no se alcanzarán las metas establecidas en cada país y en la Agenda 2030. Por lo tanto, se alienta a los países a ver estas directrices como una herramienta de apoyo para promover un proceso de consulta nacional que responda a sus propias circunstancias únicas y sea capaz de reinventar el futuro de la educación.